La naranja mecánica

Acabo de terminar La naranja mecánica de Anthony Burgess. Es un libro que recomienco muchísimo. Si has visto la película, no dejes de leerte el libro, y si no la has visto, primero lee el libro y después la ves.

La historia es muy conocida incluso para quien no ha visto la película ni ha leido el libro. Trata sobre las aventuras y desventuras de Alex, un adolescente ultraviolento, en lo que se adivina como una Inglaterra futura, aunque en la novela no se habla de fechas ni lugares, al que se le aplica un novedoso método de rehabilitación para criminales llamado método Ludovico, que rehabilita a los más salvajes personajes en un par de semanas, convirtiéndolos en dóciles ovejitas incapaces de hacer daño a la sociedad. Burgess llegó a inventar una jerga, el nadsat, que utilizan los adolescentes, para hacer la novela todavía más atemporal.

La novela está estructurada en tres partes:

  • En la primera parte, vemos a un Alex pasándoselo en grande con sus amigos. Es una sociedad llena de bandas de adolescentes violentos que campan a sus anchas por la noche, violando, robando y matando, mientras que el resto de la sociedad «normal» está en sus casas consumiendo programas basura en la televisión.
  • En la segunda parte, Alex es atrapado por la policía y condenado a prisión, pero no cumple la condena completa, porque lo escogen como conejillo de indias para probar el revolucionario método Ludovico, un método que promete vaciar las prisiones, con el consiguiente ahorro para el estado.
  • En la tercera parte Alex, «rehabilitado» gracias a la nueva técnica intenta volver a la vida normal, pero antes le tocará pagar por lo que hizo en su pasado como adolescente ultraviolento.

El libro es una dura crítica contra el sistema monopolizador, autoritario y totalitario que prefiere tener ciudadanos controlados a ciudadanos libres. Prefiere tener miles de «naranjas mecánicas» programadas para hacer lo que deben antes que personas capaces de escoger según su voluntad. Porque, tal como dice el sacerdote de la prisión, que es mejor?, el bien o que uno elija el camino del bien?. De cualquier forma, lo esencial en el ser humano es que dispone de la posibilidad del libre albedrío, de escoger lo que le venga en gana. Escoger estudiar o trabajar, ir a la derecha o a la izquierda, subir o bajar, incluso puede escoger matar o no matar, eso sí, haciendose responsable de sus decisiones.

Por eso el simple hecho de prohibirle a un individuo que pueda escoger de forma libre y autónoma es un acto injustificable. En el libro defienden esta postura el sacerdote de la prisión que se compadece de Alex, y F. Alexander y sus amigos, que ven en Alex un arma poderosa para acabar con el poder gobernante.

El sacerdote de la prisión hace que nos planteemos los problemas morales y éticos sobre la imposibilidad de escoger libremente: «¿Qué quiere Dios? El bien o que uno elija el camino del bien?»

En cambio, F. Alexander y amigos sirven para plantearnos la parte política del problema, ya que el sistema utilizado acerca de manera alarmante al estado a un gobierno totalitario, con derecho a escoger lo que conviene o no a la población, lo que debe o no gustarle, incluso la música que nos debe gustar, como a Alex.

La naranja mecánica es un libro que recomiendo a todo el mundo sin excepción, un libro apasionante que se lee de un tirón y que hará que nos planteemos muchas preguntas que están de la más candente actualidad en estos tiempos que corren.

Por último, como anécdota decir que La naranja mecánica no era el libro preferido de Burgess, es más, mientras que la película de Kubrick hizo del libro un superventas, y famoso a su autor Anthony Burguess, éste le cogió más rabia al libro y a la película – que llegó a repudiar – porque se pasó media vida dando conferencias y explicando porqué Kubrick escogió la versión americana de la novela con 20 capítulos y no la versión original europea de 21. Y otra anécdota, el episodio de la violación de la mujer del escritor, está inspirado en un suceso similar que sufrió la mujer de Burgess, que fue violada por un grupo de soldados americanos durante la Segunda Guerra Mundial, mientras él estaba de servicio en Gibraltar.