No olvidar

Hoy se ha celebrado el 60 aniversario de la liberación de Auschwitz por las tropas rusas. El 27 de enero de 1945 caía el mayor campo de concentración y exterminio nazi, en el que murieron más de un millón de personas, aunque hay quien aumenta la cifra hasta los dos millones, después de 5 años de funcionamiento ininterrumpido. Quizás por eso las palabras pronunciadas hoy por el presidente israelí Moisés Katsav: «Los Aliados no hicieron nada. Hubiese bastado con bombardear las vías ferroviarias que unían a Auschwitz con Birkenau para contener la matanza.»

Justamente ahora me estoy leyendo un libro que está muy relacionado con esta celebración, es el libro Si esto es un hombre(1946) de Primo Levi, un judío italiano que estuvo como prisionero en Auschwitz-Birkenau desde 1944 hasta su liberación por las tropas rusas. Con este libro inició la trilogía dedicada al Holocausto que más tarde completaría con La tregua(1963) y Los hundidos y los salvados(1986).

Es un libro totalmente recomendable, igual que Sin destino de Imre Kertész, los dos son testimonios impactantes y escalofriantes de la barbarie de los campos de concentración y exterminio nazis. Hay dos cosas que se tratan en estos libros que me llaman la atención: la admiración que pese a todo causaban los alemanes en Imre Kertész por ser capaces de crear una máquina de matar tan increíble, y un hecho del que hablan los dos escritores, la importancia de la numeración de los prisioneros y el efecto que producía en los demás tener una numeración baja.

Hoy iba en el tren leyendo Si esto es un hombre de Levi, cuando he leído dos párrafos de los que tendríamos que tomar buena nota, y a los que no solamente hoy tendríamos que hacer honor:

«… De esta manera dura, estrujados contra el fondo, han vivido muchos hombres de nuestros días, pero todos durante un tiempo relativamente breve; por lo que quizás sea posible preguntarse si realmente merece la pena, y si está bien, que de esta excepcional condición humana quede cualquier clase de recuerdo.

A esta pregunta estoy inclinado a responder afirmativamente. En efecto, estoy persuadido de que ninguna experiencia humana carece de sentido ni es indigna de análisis, y de que, por el contrario, hay valores fundamentales, aunque no siempre positivos, que se pueden deducir de este mundo particular(el de los campos de concentración) del que estamos hablando…«

Puede descansar tranquilo Primo Levi, que sepa que no sólo está bien, sino que es necesario que se recuerde lo que pasó, porque solo así evitaremos que algo parecido pueda suceder de nuevo.