Rumpelstiltskin

Ese es el nombre de uno de los cuentos que más recuerdo de cuando era pequeño. Y eso en parte se debe a que tenía – y sigo teniendo – un disco-cuento que me ponía a todas horas. Me gustaba especialmente la voz que tenía el duende.

El título en español del cuento es «El enano saltarín«, pero su título en alemán es Rumpelstiltskin. Es una historia recopilada y escrita por los hermanos Grimm en su libro Cuentos para niños y del hogar en 1812-1815.

Trata sobre una joven y guapa molinera que promete su primer hijo a un duendecillo a cambio de que éste convierta un montón de paja en oro con la rueca para que el rey del lugar no la mate. El duendecillo cumple su palabra y convierte la paja en oro.

Al cabo de un año, cuando el rey – impresionado por la capacidad de la molinera de convertir la paja en oro – se ha casado con la molinera y tienen su primer hijo, el duendecillo reaparece para llevarse lo prometido. Pero cuando llega el momento, la reina incapaz de entregarle a su hijo, le ruega al duendecillo que no se lo lleve. éste le promete no llevárselo si adivina su nombre.

Por supuesto el cuento acaba bien y la reina después de mucho probar y de buscar nombres extraños, descubre el verdadero nombre del duendecillo gracias a un sirviente del castillo.

Y cual es el nombre del duendecillo? Pues es el nombre que da título a la historia en la versión alemana original, Rumpelstiltskin. En las versiones en castellano del cuento, el nombre original se pierde, y es sustituido – al menos en la versión que yo tenía – por el de «Ruidoquerido«. Es mucho mejor el de Rumpelstiltskin, pero reconozco que para un niño puede ser algo difícil de pronunciar.

De todas formas, es un cuento que me gustaba mucho de pequeño y que me sigue gustando ahora, aunque hay una cosa que siempre me ha molestado, y es que el pobre duendecillo ayuda a la molinera, le convierte la paja en oro, le salva la vida, hace que se case con el rey, y él se queda sin nada porque la molinera no cumple su palabra, y lo más fuerte es que en el cuento el duendecillo acaba quedando como el malo mientras que nadie le reprocha nada al rey codicioso que quería matar a la molinera si no convertía la paja en oro.

Definitivamente la vida no es justa ni con los duendecillos.