La Pasión de Cristo

El Sábado fui a ver La Pasión de Cristo de Mel Gibson.

Es una película dura, porque la historia que cuenta es dura. Dejando de lado que uno sea creyente o no, incluso que Jesús existiera o no, esta película le impresionará, porque las torturas a que eran sometidos los delincuentes por parte de los romanos eran realmente brutales, desde la flagelación a la cruel muerte en la cruz.

Mel Gibson ha hecho una película cruda, muy realista y que puede llegar a herir la sensibilidad de algunas personas, y más si son católicas. Creo que es precisamente esa crudeza y ese realismo una de sus mejores virtudes, pero a la vez, uno de sus puntos flojos, ya que Mel Gibson sacrifica la posible belleza de algunas escenas de la historia en favor de una crudeza demasiado real.

No se puede negar que es una película bien producida, que relata fielmente los hechos tal y como están en las escrituras, pero a mi gusto, hay películas sobre Jesús que son más bellas estéticamente hablando que esta Pasión de Cristo, y pienso por ejemplo en la miniserie Jesús de Nazareth de Franco Zeffirelli (de la que Anthony Burgess, el autor de La naranja mecánica, fue co-guionista).

Sin embargo, la película tiene uno de sus puntos fuertes en un aspecto que a priori podría suponer un impedimento para ir a verla, y es que está totalmente hablada en arameo y latín con subtítulos en castellano. Es sin duda lo mejor de la película, junto con la actriz Maia Morgenstern, que interpreta a María.

Lo peor de la película, los momentos en que aparece el diablo, que no dejé de relacionar con «Powder» cada vez que aparecía en pantalla.

La Pasión de Cristo, una película bien producida, muy realista y fiel aunque con alguna licencia más o menos acertada, pero que pierde comparándola con sus predecesoras. Eso sí, esta Semana Santa puedes traicionar a Ben-Hur, a La Túnica Sagrada y a Rey de Reyes en la televisión, y pasarte por el cine a ver esta versión de Mel Gibson, aunque si puedes escoger, yo te recomiendo La Passió d’Esparreguera.